sábado, 22 de mayo de 2010

ORGULLO ANDALUZ. MISTOLOBO

Llevo dándole vueltas varios días a un tema que me genera un gran desasosiego. Estoy cansado de ver a mi alrededor el trato tan desigual que los ecologistas, biólogos etc, dan a unos animales y a otros. Es por esto por lo que determinadas especies son elevadas a los altares del conservacionismo, véase el lince, mientras asistimos impasibles a la extinción de otras.

Estas líneas se van a centrar en una de estas especies olvidadas, postergadas e ignoradas que la sociedad, no sabemos obedeciendo a que oscuros motivos, ha condenado a una rápida extinción: EL MISTOLOBO.

El mistolobo, ese animal mítico originario del sur de España, se ha extinguido en dos décadas. Hoy en día no hay testimonio de avistamientos de mistolobos, el animal atávico no protagoniza ninguna historia extraordinaria, como lo ha venido haciendo a lo largo de la historia desde que los constructores del dolmen de Menga se sentaban en torno al fuego ritual.

En los años ochenta, había una generosa población de mistolobos en toda Andalucía Occidental (supongo que en la oriental también), era fácil ver mistolobos en Cádiz, Sevilla, Huelva… De pequeño todos (los que ahora estamos en la treintena…) recordamos un día de verano de esos en los que jugabas en la calle hasta el anochecer, y el balón se escapaba, adentrándose rodando en un callejón sombrío. En ese momento, al ir a buscarlo notabas como los latidos de tu corazón se aceleraban y a medida que te adentrabas en la oscuridad distinguías perfectamente la silueta recortada de aquel enorme ser a pocos metros del balón, emitiendo un cadencioso gruñido que helaba la sangre del más temerario. La visión del mistolobo en la penumbra, pasa a ser una especie de rito atávico e iniciático, que ha acompañado a todo niño andaluz desde los albores de la humanidad. El andaluz tiene en el encuentro en la tercera fase con el mistolobo, lo que los judíos en el “bar mitzvah”, o las culturas amazónicas en los ritos chamánicos que acompañan la ingesta de peyote: el paso de niño a púber.
Cuando cruzabas la mirada con un mistolobo, parte de su alma entraba dentro de ti, y establecías un vínculo sobrenatural con el animal que estaba dentro de ti.

Es más, todos teníamos testimonios de mistolobos domesticados, de acuerdo siempre era el primo de un amigo que tenía uno en el campo…, pero existían. En el patio del colegio cualquier conversación sobre perros se zanjaba cuando alguien esgrimía el argumento canino más poderoso “pa perro bueno el de un tío mío, que es un mistolobo”. En ese momento todos aprendíamos una lección definitiva, si se podía domesticar a aquel animal mítico y feroz, se podía hacer cualquier cosa. En ese preciso instante todo encajaba, como piezas de un puzzle sideral, descubriéndonos nuestro lugar centrípeto respecto a la creación, en torno al cual gravitan el resto de cosas.


El mistolobo ha habitado el sur de la península ibérica desde tiempos inmemoriales. Hay está el testimonio de Plinio el Joven, que dirigiéndose a Emerita Augusta fue atacado por una jauría de mistolobos rabiosos a la altura de El Ronquillo.

También se cuenta como los ejércitos tartésicos contaban con una suerte de cuerpo de élite al que llamaban “los custodios de la furia” conformado por los más rudos guerreros y hordas de mistolobos. Esto queda atestiguado en las figurillas rituales de oro encontradas en el tesoro del Carambolo, actualmente en el museo arqueológico de Madrid, denominadas “figuras rituales mistolobofórmicas”.

El otro día durante el desayuno, un compañero de trabajo me confirmó haber visto un mistolobo hace un par de años, al parecer se trataba de un mistolobo de la subespecie marismeño o de la rocina (Canis Mistolupus Rocierus). Paso a trascribir literalmente el testimonio:
“ … Yo hice un año el camino del Rocio con la hermandad de Coria. En Coria están majaras, me tire todo el camino con unos hippies que se pegaron todo el viaje fumando pitillos, vosotros entendeis cigarrillos de la risa… Lo más curioso es que llevaban un carrillo de mano adornado como una carreta y llevaban un mistolobo dentro con una manta. Que camino chavales, me pegue tres dias sin ducharme al lado de los tres hippies y el mistolobo, cuando llegamos a la aldea de la mierda que teníamos en lo alto, no se sabía quien era el mistolobo…”
Al escuchar esto, caí en la cuenta de que aún quedan especímenes vivos de mistolobo, que entiendo deben ser protegidos. Por esto exhorto a las autoridades competentes a:
1. Proteger al mistolobo y declararlo especie en peligro de extinción.
2. Crear la asignatura “educación para la mistolobez, despierta el mistolobo que hay en ti”.
3. Sustitución de los leones del escudo de Andalucía, por dos mistolobos negros.
4. Implantación en las carreteras andaluzas de figuras de mistolobo a modo de toros de osborne, reivindicando el carácter etnológico de este animal mítico.
No permitáis que el mistolobo desaparezca de nuestro imaginario colectivo, introduce al mistolobo en los cuentos o historias que cuentes a tus hijos, descubre el mistolobo a tu hijo, es el mejor regalo que puedes hacerle, dibújale mistolobos para que los coloree, haz con tu hijo manualidades relativas al mistolobo.
Pero sobre todo despierta al mistolobo que hay dentro de tí...