Esta mañana cuando salía de la panadería unos gritos me sobresaltaron, un guardia de seguridad conducía a un hombre de mediana agarrándole el brazo, mientras este último gritaba y se resistía con inútil forcejeo. No escuchaba lo que decía el pobre diablo, hasta que una vez a mi altura comprobé que repetía frenéticamente y a modo de mantra:
¡¡SOY DE LEGALITAS, SOY DE LEGALITAS!!
Me parece brutal como este tipo, en medio de un atropello o una supuesta injusticia piensa que pertenecer a Legálitas es como una suerte de pasaporte diplomático que le exime de toda responsabilidad y le protege con una férrea coraza legal. Que mierda debes tener en la cabeza cuando ante una situación así en vez de llamar a la policía, o pedir auxilio a los transeúntes, invocas a Legalitas…
…caún es caún y sus cauneces.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario