Con estas palabras empezaba Franco Battiato uno de sus
temas más populares, que recuerdo me hipnotizaba siendo niño. No alcanzaba a
entender prácticamente nada o directamente lo desvirtuaba “…al son de los
cascabeles del tacatá” pero me cautivaba a modo de mantra, como una liebre
cegada con las largas.
Algo parecido me ha ocurrido hoy al ver un correo, donde
mi hermano me ha enviado el link de un video en el que aparece con su novia,
bailando tango de un modo soberbio. Verlo ahí, sangre de mi sangre, capaz de
moverse armónicamente y al compás de la música ha hecho que me replantee unos
de mis axiomas más firmes: La incapacidad de mi familia para la expresión
corporal dentro de los cánones socialmente aceptados. Déjenme que desarrolle un
poco mi argumento que creo introduce una nueva dimensión antropológica.
Corría el año 89 cuando mi padre, que iba a ir al Rocío
por primera vez en su vida, sintió la
imperiosa necesidad de apuntarse durante los meses previos a unas clases
de Sevillanas, desarrollando las famosas Sevillanas Prusianas que tanto y tan
bien dieron que hablar. Era un espectáculo casi místico ver a mi padre
desarrollar aquel baile robótico y acompasado, donde los pasos de baile se sucedían
con la precisión del que recita la lista de los reyes godos, pero con un
absoluto desprecio hacia el ritmo y la música. Ver a mi padre con aquella danza
marcial, funcional y aséptica, aprendida como un coronel soviético aprende la
secuencia de lanzamiento de un misil, me hacía sentirme confuso, pues entendía
a pesar de mi corta edad, que me esperaba un futuro al margen de la expresión
corporal, y en aquellos tiempos os recuerdo que lo que estaba de moda era la Lambada y por momentos
pensé que esta tara genética sería una condena segura al onanismo perpetuo.
Pero va pasando el tiempo y al ir madurando, descubres
que lejos de ser una minusvalía o tara es algo mucho más grande. Ahora que soy
adulto he entendido la lección que mi padre me quería dar, he visto más allá
para descubrir a un pionero, a un idealista, a un revolucionario. He atisbado
más allá del espasmo grotesco y he descubierto el concepto.
Sin duda es una danza que entronca con los instintos
primigenios del hombre, con el chamán embozado en la oscuridad de la cueva…
pasos de bailé violentos y libérrimos como el que ahuyenta a una alimaña o
patea un perro rabioso. Desde este prisma de entendimiento, el baile se despoja
de su componente artística, estética y lúdica para alcanzar una nueva dimensión
desprovista de ornatos y oropeles; ahora es brusca cambayá, súbita cojetá,
espasmos muy técnicos y aparentemente deslavazados, pero que adquieren sentido
en su contextualización como parte de un todo sublime.
Esta doctrina de baile, entronca con la naturaleza
de la que es parte indisoluble: ningún movimiento se hace por azar, no hay
frivolidad ni consumo de energía estéril. Presenta un alto grado de
funcionalismo vital. En este sentido, cuando se ejecuta un movimiento acelerado
y frenético de las nalgas, no busca erigirse como medio de expresión sino como
un remedio natural para el prurito anal. Esta austeridad en el movimiento es la
base conceptual de las llamadas danzas de barra, donde el danzante mueve la
mano en la que porta la bebida espirituosa, y a lo sumo los muy avezados e
iniciados se atreven con movimiento de algún pie o de la cabeza asintiendo… es
la optimización de recursos llevada al extremo para el cortejo humano, y ese
ahorro de fuerzas en el ritual de seducción, sin duda encaminada al acopio
de energía para la posterior cópula, es
la base de que la especie humana no se haya extinguido… por eso dicen que no
hay que fiarse de hombres que bailen.
Pero volviendo a la raíz del tema, en este
contexto, ¿qué se busca cuando se ejecuta esta suerte de danza?. Después de
mucha reflexión he llegado a la conclusión de que se trasmite un mensaje a los
iniciados, un grito sordo de protesta en medio del caos; quizás era una
advertencia de lo que estaba por venir, y en aquel año 89, cuando el telón de acero
se desmoronaba como un azucarillo y el capitalismo se imponía como la única
vía, un extraño baile, una grotesca danza, una deliciosa secuencia de espasmos,
nos quería decir cuidado con los bancos, con las hipotecas… estaban los
jeroglíficos pero nadie tenía la piedra de rosetta capaz de descifrarlos.
En cuanto al origen, estoy seguro que
tienen que ver con el lugar de procedencia de mi padre, un pueblecito en medio
de la siberia extremeña, en el que una noche de San Antón, ante el inminente
ataque de las tropas sarracenas encendieron hogueras y comenzaron a danzar en
torno a ellas para simular que un ejército extraordinario acampaba en el
pueblo, se cree que se trata de la primera rave clandestina de las datadas en
la península ibérica. Con el tiempo la historia fue degenerando y le metieron una
carrera de caballos para darle lustre a la fiesta, pero en su origen era
simplemente eso, gentes danzando desnudas como si no hubiera un mañana.
Primero pensé que J y yo teníamos el discutible honor de haber llegado a trasformar el tango en el baile menos erótico de la tierra.
ResponderEliminarAhora sé que en realidad estábamos alertando el mundo de los sucesos que han de venir.
No sé qué es más escalofriante.
Absolutamente genial.....me he reído amigo mio...
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