lunes, 22 de marzo de 2010

FURGOL. A PROFANAR LA CIBELES Parte I. Lionel Messi el clásico

En los últimos años viene siendo habitual que todas las tertulias de radio y televisión planteen que Messi puede llegar a ser como Maradona, que el gol al Getafe se parece al del Pelusa en el 86 y realmente es la única comparación cabal de todas las que se han hecho últimamente, porque las que se efectúan continuamente desde los medios de Madrid no pueden sino calificarse como charlotadas de tinte oligofrénico (he llegado a leer Robben es mejor que Messi …?? Lo publicó Roberto Gómez en Marca en diciembre de 2008 y fue secundado por ese oráculo del periodismo balompédico que responde al nombre de Tomás Roncero, vaya par de profesionales…).

Siendo realistas ningún jugador del mundo aguanta una comparación con Messi, y cuando digo ninguno es ninguno; a menos que comparemos quién hace más abdominales, entiende más de putas o lleva el tanga más apretado, en cuyo caso ganaría sin dudar Cristiano Ronaldo.
En serio, Ronaldo es un excelente jugador, tiene fuerza, regate, velocidad y gol, además es un magnifico lanzador de faltas, un excelente jugador como han sido otros: Van Basten, Platini, Baggio, Laudrup, Zico, Zidane… , pero Messi es mucho más, La Pulga está llamado a ocupar una plaza en el Olimpo del fútbol junto a Pelé, Di Estéfano, Maradona, Cruyff y Beckenbauer.

Lionel Messi, me gustaría matizar, no es una estrella porque no brilla en las pasarelas que convierten a comunes mortales en mitos sobrehumanos. Leo no es una estrella, porque al contrario de la aparición mediática de deportistas más allá de los campos de juego, él se erige y se postula como jugador de fútbol.

Es muy sencillo escribir sobre este pibe de oro cuando es el jugador que más goles anota, el compañero que más asistencias realiza y el crack que más y mejor regatea mientras las defensas rivales se cierran y lanzan la llave del candado al foso de los cocodrilos.

Messi supera la ficción, los montajes y las fábricas de sueños con la gambeta de potrero de arrabal argentino, con el espíritu colectivo aprendido en La Masía, y con el compromiso hacia los otros, enseñado por su familia, gente humilde y de bien, que nada tiene que ver con la fauna que habita el horizonte de luces, glamour y fama millonaria.

Lionel Messi es el mejor jugador del mundo, no sólo porque marque, asista y regatee como nadie, sino porque lo hace en silencio y lo hace en el campo, en la cancha es un hombre, un compañero y un ejemplo de grandeza deportiva.

Es tiempo de olvidar que Messi puede ser como Maradona, Messi es como Maradona, o quizás mejor que Maradona. Leo alcanzó la condición de clásico, clásico como Cervantes, como Beethoven, como Michael Jordan, como Egon Schiele... Es un clásico porque las barreras del tiempo son superadas por su trascendencia.








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