miércoles, 15 de diciembre de 2010

LETRA MENUDA. VERDES Y RASGADOS. Folletín melodramático en tres Actos.

Parte III. 15 DE MAYO DE 1939

El tren recorrió los últimos metros lentamente, silbando entre una nube de humo. Se asomó a la ventana para ver a la gente agitar sus banderitas rojigualdas. Entre la multitud reconoció a su hermano Víctor, con ese porte gallardo que le había granjeado una merecida fama de conquistador. Vestía la camisa azul, el correaje y las botas de caña alta que rivalizaban en brillo y negritud con su pelo peinado hacia atrás.

Una vez se detuvo el tren, se acercó a la puerta para bajar de un salto. Víctor se acercó sonriendo para fundirse con él en un abrazo.

- “Coño Rodrigo, que bien se te ve de capitán, con esa pinta seguro que engañas a alguna y te casas”.

Se montaron en un viejo citroën negro, conducido por un falangista muy joven.

- “Andas con Chofer, debes ser un pez bien gordo…”

- “Hay mucho trabajo que hacer todavía, vosotros terminasteis el vuestro en el frente, pero todavía la guerra no está ganada, todavía no…”

Cuando llegaron a la plaza mayor escucharon un grito sordo de mujer, un grupo uniformado se arremolinaba en torno a un viejo autobús con el techo cargado de baúles. Víctor ordenó al chofer que detuviera el coche, y los dos hermanos se acercaron para ver que ocurría.

Una mujer joven estaba en el suelo con el vestido rasgado, dejando al descubierto sus senos desnudos. Sollozaba cubriéndose la cara con las manos.

- “¿Qué ocurre?”

- “Hemos descubierto a una puta bolchevique intentando abandonar la ciudad, los muchachos habían pensado divertirse un poco con ella antes de llevarla al camino”

- “¿Qué clase de animales sois?, en esta España nueva se acabó el libertinaje salvaje de las hordas rojas, que clase de cristiano se atreve ni siquiera a proponer eso….” dijo Victor.

Mientras su hermano discutía, Rodrigo se acercó a la muchacha, se inclinó junto a ella tomando su barbilla con su mano derecha, para preguntarle:

- “¿Cómo te llamas?”

- “Carmen”, dijo la mujer con la voz entrecortada, mientras levantaba la mirada.

Rodrigo descubrió entre los cabellos que tapaban su cara, dos ojos inmensos, rasgados y verdes, y cuando se quiso dar cuenta estaba mirándose en ellos, como el que se mira reflejado en un estanque.

Víctor soltó una carcajada y dijo a los hombres entre vítores:

-“Está bien, haced lo que tengáis que hacer pero en un lugar apartado, yo me lavo las manos como Poncio Pilatos, a fin de cuentas es una puta roja”

Rodrigo escuchó claramente las palabras de su hermano, entonces miró a los ojos de la chica durante unos segundos en los que se hizo el silencio, ya no escuchaba las risas y gritos de aquellos hombres vestidos de azul, sacó la pistola de su funda y apuntó a Carmelita que la cogió con las dos manos, depositando el extremo del cañon en su frente. Apretó despacio el gatillo, creyendo ver gratitud en aquella mirada de esmeralda.

Su hermano le abrió la puerta del citroën, se montó en el coche con la pistola caliente en la mano y los ojos empañados por las lágrimas. Era viernes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario